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El idioma equivocado

Muchas veces pensé que había nacido en el país equivocado. Casi siempre lo pensé. Y así es. Cuando me vine a vivir a España lo hice porque tenía la nacionalidad, no por convicción. Siempre supe que España, el país de mis padres, también era el país equivocado. Hace algunos años pensé que debía escribir en otro idioma que no el materno. Hoy sé definitivamente que nací en el idioma equivocado. Nada en este idioma me saldrá bien. Este idioma condena mi literatura al ostracismo.

(Continuará)

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Primer poema de mi libro, publicado en agosto de 2015.

Paris, SacréCoeur (Los hechos reales sucedieron en Notre Dame.)

 

Si bien Vasconcelos

no fue la última esperanza

para México

lo fue para Antonieta

quien cruzó el Atlántico

sólo para situarse a la entrada del sagrado recinto

atravesarlo

y profanarlo

con su suicidio

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La portada definitiva del libro.

Portada-con-solapa definitiva Portada-y-Contraporda-Completa definitivas

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Entrega No. 18 y última de la Biografía de Alejandra Pizarnik, escrita por Cristina Piña, leída y comentada por Concha Seijas.

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Entrega No. 17 de la Biografía de Alejandra Pizarnik, escrita por Cristina Piña, leída y comentada por Concha Seijas.

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Entrega No. 15 de la Biografía de Alejandra Pizarnik, escrita por Cristina Piña y leída y comentada por Concha Seijas.

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Octava entrega de la biografía de ALEJANDRA PIZARNIK escrita por Cristina Piña y leída y comentada por Concha Seijas.

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EL DIARIO DE CONCHA; 27.04.2013; 0:14; Fuimos dos, 2, coño contra coño.

Llueve sobre Madrid.

El 26 (hace horas) desperté con los músculos entumecidos, el sabor del veneno en la boca, el grito incontenido, el dolor en la frontera del más de sufrir: el terror de la existencia de una frontera, de atravesarla, de llegar a otro país donde el dolor sube una nota en el pentagrama; el pentagrama infinito del dolor. Y otra frontera y otra nota más alta. Las semifusas con sus minúsculas puñaladas, más dolorosas cuanto más breves; los silencios castigándome y preparándome para más semifusas. Los países del dolor son infinitos como él. Como el dolor.

El grito: Carmennnnnnnnnnnnnn …

A mis dos últimas mujeres, quise decir las dos últimas que amé (y que me perdonen las del medio (alguna tal vez en algún laberinto del dolor todavía)), a las dos, a ambas, les gustaba cabalgar. Cabalgar sobre mis muslos, cabalgar sobre la pelvis, cabalgar entre mis piernas, cabalgar sobre mi sexo. Mojar mi entrepierna. A la primera la llamé Susan. Porque cabalgaba como Susan Sarandon en White Palace. La despojé de su nombre de España profunda rebautizándola: Susan. Y le gustó. Le gustó ser Susan. La segunda se siguió llamando Carmen, nombre profundo también, pero estaba Mérimée y la ópera de Bizet. Donde Carmen, insensata, frívola y seductora desata las pasiones y lo conduce todo al mismo final previsible de siempre. A esa tragedia vulgar en la cual nunca incidieron los griegos. Pero aquí no hubo torero ni capitán ni mayor. Ni puñales ni sangre. Ahora las tragedias de amor se resuelven en un blog cualquiera sobretodo si la dueña del blog se ha pasado la vida como francotiradora. Podrán herirme todas las veces que quieran pero no podrán detener mis palabras.

Te convierto en literatura. Para algo tienes que servir. Y créeme: tienes mucha suerte. Son pocos los que han dado la talla para una colección de poemas y textos. Es que … , Carmen, … cabalgas muy bien. Te hubiese ido mejor como amazona que como informática.

Tú no pierdes los papeles, no hay numerito, no lloras como loca desbocada, no mendigas amor. Tú no. Pero resulta que somos dos y tú conduces a una sola de ese par. La otra no te pertenece, Carmen, es autónoma. Nadie sale ileso de una relación de cualquier tipo con otro ser humano. Tal vez tú si lo hayas logrado. Pero yo no soy una línea de código, no una colección de ceros y unos. Soy una bomba de tiempo. Siempre a punto de detonar. Soy ese ser lorquiano que presiente las cosas del otro lado. Soy más peligrosa que la central de Fukushima.

Al despertar me dopé: pastillas y más pastillas. Resistí el dolor como bien pude. Fui a la farmacia, me comí 4 porciones de pizza en el Pizza24horas de Callao (había oferta). Fui al súper. Ya con la bolsa del mercado y de regreso a casa me fui cargando, cargando, otra vez el más de sufrir con la bolsa de la compra a cuestas hasta subir los cuatro pisos y llegar a la buhardilla. Apenas entré me volví a dopar, pastillas, pastillas. Coloqué música y me acosté un rato. A menos de dos horas, comencé el tránsito por el tunel infinito, el descenso por el pozo sin fondo de la depresión. Y me paré, me levanté. Hice acopio de fuerzas. Coloqué una vela. Apagué la música y decidí escribir. Más tarde, esta noche, mañana, estaré otra vez entumecida y el grito: Carmennnnnnnnnnn … Pero, mi querida desgraciada, seguiré escribiendo, te convierto en literatura, algo tengo que hacer contigo.

Sólo yo tuve el honor de rozarme con tu flor … Tu coño en el mío. Mi coño abierto. Me gusta que nos mojemos juntas … Coño contra coño: alma contra alma. Mi alma se frotaba contra la tuya, la que tú has decidido no sentir. Y se comunicaban. Y no era el placer, Carmen, era la emoción. Porque más allá o más acá del sexo y del bien y del mal si yo sentí emoción fue porque tú también tienes alma. O, tal vez, no. Me gusta tu culo … En algunas ocasiones un culo es mucho más que un culo. Y luego te quedabas dormida entre mis brazos. Y yo te acariciaba. Te tenía vencida, agotada, desnuda, sin tu traje de ejecutiva de éxito. Sin tus máscaras.

Puedes decir que no tengo pudor. Puedes decir cualquier cosa. Pero esta historia no es tu historia, es nuestra. Soy copropietaria de la misma. No te entregues nunca más si tu deseo es ser la súper gerente de la única empresa dueña de todo que quedará en el mundo muy pronto. No te entregues, Carmen. El amor y los negocios no van bien. Ambos, dinero y amor, desatan lo peor del ser humano.  Debe ser muy fácil quererte a ti … Eres una niña … Soy poeta, Carmen. Te lo advertí. Te mostré mis credenciales. Qué ingenua fuiste. ¿Fácil querer a un poeta? La niña eres tú. Y jugaste con fuego. Fuego del bueno. Y el fuego quema y la rosa tiene espinas (ya sé que ni siquiera sabes quién fue Gertrude Stein). Lo hice todo para que las llamas no te alcanzaran. Pero es muy difícil controlar el fuego. Lo sabe todo el mundo. No te diré Ven porque no tengo nada que dejar.

Yo no sé si es pecado / si no tiene perdón / si es faltar a las leyes honradas / del hombre y de Dios

 

Fuimos dos coños que en el cielo …

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Parte 6 de la Biografía de Alejandra Pizarnik escrita por Cristina Piña y leída y comentada por Concha Seijas.

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http://www.youtube.com/watch?v=0ruPklYH9YM&feature=youtu.be

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Parte 5 de la biografía de Alejandra Pizarnik escrita por Cristina Piña y leída y comentada por Concha Seijas.

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http://www.youtube.com/watch?v=11iyldSge0w&feature=youtu.be

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