Archivo de la etiqueta: poeta

Primer poema de mi libro, publicado en agosto de 2015.

Paris, SacréCoeur (Los hechos reales sucedieron en Notre Dame.)

 

Si bien Vasconcelos

no fue la última esperanza

para México

lo fue para Antonieta

quien cruzó el Atlántico

sólo para situarse a la entrada del sagrado recinto

atravesarlo

y profanarlo

con su suicidio

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Entrega No. 18 y última de la Biografía de Alejandra Pizarnik, escrita por Cristina Piña, leída y comentada por Concha Seijas.

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Carta a Diana Cáceres de Concha Seijas (email del 13 de agosto de 2008).

Seijas María [Concha Seijas]
13/08/08 [Vigo]

para dianaenparis [la escultora venezolana Diana Cáceres][París]

Te diré una cosa, Diana: en todo lo que dices/escribes tienes razón. Estos durísimos años europeos te han legado gran sabiduría. Lo que pones del metro absurdo donde gente absurda se transporta para ir a ganar dinero y luego consumir cosas absurdas y volver a trabajar al día siguiente para seguir con el absurdo de esas tuberías subterráneas, etc. es cierto. En Caracas lo sentía así en el metro hacia 1987 cuando todo me comenzó a parecer absurdo. En Madrid en el metro yo iba de espectadora de lo absurdo. Ya los metros (y todo a lo que esta metáfora tuya pueda apuntar) no me producen estrés ni en hora pico, hace años que voy de espectadora del absurdo humano al que tú haces referencia. Pero trata de mirarlo desde un punto de vista «positivo» (odio usar este término). No es cualquier metro, es el metro de París. No es cualquier absurdo: es el absurdo parisino. Y tú no te diriges a ninguna oficina absurda. Tú estás allí -a pesar de la soledad, a pesar del frío, a pesar del poco dinero; a pesar del metro absurdo- porque te ha dado la gana de irte a vivir a París desde Caracas sin dinero y sin papeles. Y llevas más de 4 años. Tú diseñaste tu propio absurdo elitesco – a pesar de la pobreza. Pintas, esculpes, como puedes. Tú eres artista en París. Y aunque parezca un clisé, ser artista latinoamericano inédito en París sigue siendo una categoría para nada despreciable. No cualquiera se atreve, Diana. Tú sí.
Con respecto a que lo único que existe es el frío, el hambre, el sexo, la soledad, el Sol,… también tienes razón. No somos más que una puta mierda. Pero los que se creen algo son una mierda más miserable que nosotras. Que el mundo de las artes plásticas es puro y duro comercio. Espero que no te hayas enterado ahora. Las galerías, el Premio Planeta, todo, Diana, es un puto juego, una puta mierda. El mundo es un gran casino y no importa si somos mejores o peores. Nada importa. Sólo la apuesta. Debes amar el quince rojo más que a tus pinceles y que esperar negro el ocho sea más importante que tus óleos.
Tal vez, Diana, antes de morir, aprendamos a ganar. Cada cuadro que expongas en una galería es una apuesta. Pinta algunos cuadros para idiotas. Pinta ex-profeso mierda pura. Y si el blanco huele a verdadera mierda (como en el último Reverón) mejor. Un cretino espera por tu cuadro de mierda. Has uno de mierda-mierda. El mundo está lleno de cabrones ricos que compran mierda pura que le venden galeristas también cabrones. Pinta para los hijos de puta y venderás caro. ¿Qué otro consejo puedo darte?
No te preocupes por la oreja. Si volvemos a intentarlo juntas como socias-artísticas recuerda que tú eres Gauguin. Yo soy Van Gogh. Por lo tanto, yo te daré una puñalada -si mal no recuerdo. Pero la oreja me la corto yo. Tu oreja está a salvo. Sólo la oreja porque Gauguin tampoco lo pasó mucho mejor. El mundo cobra caro la autenticidad. Gauguin es uno más que tuvo que pagar el precio.
Por cierto, la prostituta de la que se enamoró Van Gogh fue la modelo de un dibujo del mismo que me impactó desde la primera vez que lo ví. Sorrow se llama el dibujo. Generalmente lo traducen como «tristeza» pero a mí esa palabra inglesa me remite a tristeza+melancolía. Si tengo que escoger una obra de Van Gogh, escojo Sorrow. Tiene otro dibujo que me gusta mucho: The great Lady. Y mi cuadro favorito de van Gogh es el de muchos: La habitación amarilla. Diana, estás en París. Aprovecha: ve a los museos, etc. Me parece bien que estés decidida a pintar esos 20 cuadros en un mes. Hazlo. Cualquier cosa yo estoy aquí en Vigo, como de costumbre, vía email, móvil o en persona.
Cuídate,
que ninguna crisis te haga volver a Caracas,
no regreses a Venezuela,
allí nada podrás hacer,
saldrás adelante,
Europa y todos sus metros absurdos están a tus pies,
Un beso,
Concha Seijas

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Biografía de Alejandra Pizarnik. Undécima entrega (11). Escrita por Cristina Piña y leída y comentada por Concha Seijas.

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Novena (9) entrega de la biografía de Alejandra Pizarnik escrita por Cristina Piña y leída y comentada por Concha Seijas.

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EL DIARIO DE CONCHA; 18.05.2013; 17:19; GRANIZO SOBRE MADRID.

Desperté con el ruido de pelotas cayendo sobre mis ventanas (recuerden que las tengo en el techo). No me moví de la cama. No me hizo falta verlo. Granizo, grandes pelotas de granizo sobre Madrid. Sonreí. Recordé un día similar cuando dormida comenzó a caer granizo sobre las ventanas del ático de Susan en Bilbao. Hace unos 3 años, un poco más. Enseguida cayó el cuerpo de Susan sobre el mío. Había venido corriendo desde la cocina: no te asustes, mi amor: es granizo. Yo estoy aquí para protegerte. Esta mañana pensé/soñé que la dicha sería completa si en mi cama no estuviese sola yo con el granizo. Ahora vuelve a granizar. Cómo es posible que las relaciones más bellas se acaban para siempre cuando aún estamos vivos. Me refiero a Susan (love of my life) y a Carmen.

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Octava entrega de la biografía de ALEJANDRA PIZARNIK escrita por Cristina Piña y leída y comentada por Concha Seijas.

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EL DIARIO DE CONCHA; 27.04.2013; 0:14; Fuimos dos, 2, coño contra coño.

Llueve sobre Madrid.

El 26 (hace horas) desperté con los músculos entumecidos, el sabor del veneno en la boca, el grito incontenido, el dolor en la frontera del más de sufrir: el terror de la existencia de una frontera, de atravesarla, de llegar a otro país donde el dolor sube una nota en el pentagrama; el pentagrama infinito del dolor. Y otra frontera y otra nota más alta. Las semifusas con sus minúsculas puñaladas, más dolorosas cuanto más breves; los silencios castigándome y preparándome para más semifusas. Los países del dolor son infinitos como él. Como el dolor.

El grito: Carmennnnnnnnnnnnnn …

A mis dos últimas mujeres, quise decir las dos últimas que amé (y que me perdonen las del medio (alguna tal vez en algún laberinto del dolor todavía)), a las dos, a ambas, les gustaba cabalgar. Cabalgar sobre mis muslos, cabalgar sobre la pelvis, cabalgar entre mis piernas, cabalgar sobre mi sexo. Mojar mi entrepierna. A la primera la llamé Susan. Porque cabalgaba como Susan Sarandon en White Palace. La despojé de su nombre de España profunda rebautizándola: Susan. Y le gustó. Le gustó ser Susan. La segunda se siguió llamando Carmen, nombre profundo también, pero estaba Mérimée y la ópera de Bizet. Donde Carmen, insensata, frívola y seductora desata las pasiones y lo conduce todo al mismo final previsible de siempre. A esa tragedia vulgar en la cual nunca incidieron los griegos. Pero aquí no hubo torero ni capitán ni mayor. Ni puñales ni sangre. Ahora las tragedias de amor se resuelven en un blog cualquiera sobretodo si la dueña del blog se ha pasado la vida como francotiradora. Podrán herirme todas las veces que quieran pero no podrán detener mis palabras.

Te convierto en literatura. Para algo tienes que servir. Y créeme: tienes mucha suerte. Son pocos los que han dado la talla para una colección de poemas y textos. Es que … , Carmen, … cabalgas muy bien. Te hubiese ido mejor como amazona que como informática.

Tú no pierdes los papeles, no hay numerito, no lloras como loca desbocada, no mendigas amor. Tú no. Pero resulta que somos dos y tú conduces a una sola de ese par. La otra no te pertenece, Carmen, es autónoma. Nadie sale ileso de una relación de cualquier tipo con otro ser humano. Tal vez tú si lo hayas logrado. Pero yo no soy una línea de código, no una colección de ceros y unos. Soy una bomba de tiempo. Siempre a punto de detonar. Soy ese ser lorquiano que presiente las cosas del otro lado. Soy más peligrosa que la central de Fukushima.

Al despertar me dopé: pastillas y más pastillas. Resistí el dolor como bien pude. Fui a la farmacia, me comí 4 porciones de pizza en el Pizza24horas de Callao (había oferta). Fui al súper. Ya con la bolsa del mercado y de regreso a casa me fui cargando, cargando, otra vez el más de sufrir con la bolsa de la compra a cuestas hasta subir los cuatro pisos y llegar a la buhardilla. Apenas entré me volví a dopar, pastillas, pastillas. Coloqué música y me acosté un rato. A menos de dos horas, comencé el tránsito por el tunel infinito, el descenso por el pozo sin fondo de la depresión. Y me paré, me levanté. Hice acopio de fuerzas. Coloqué una vela. Apagué la música y decidí escribir. Más tarde, esta noche, mañana, estaré otra vez entumecida y el grito: Carmennnnnnnnnnn … Pero, mi querida desgraciada, seguiré escribiendo, te convierto en literatura, algo tengo que hacer contigo.

Sólo yo tuve el honor de rozarme con tu flor … Tu coño en el mío. Mi coño abierto. Me gusta que nos mojemos juntas … Coño contra coño: alma contra alma. Mi alma se frotaba contra la tuya, la que tú has decidido no sentir. Y se comunicaban. Y no era el placer, Carmen, era la emoción. Porque más allá o más acá del sexo y del bien y del mal si yo sentí emoción fue porque tú también tienes alma. O, tal vez, no. Me gusta tu culo … En algunas ocasiones un culo es mucho más que un culo. Y luego te quedabas dormida entre mis brazos. Y yo te acariciaba. Te tenía vencida, agotada, desnuda, sin tu traje de ejecutiva de éxito. Sin tus máscaras.

Puedes decir que no tengo pudor. Puedes decir cualquier cosa. Pero esta historia no es tu historia, es nuestra. Soy copropietaria de la misma. No te entregues nunca más si tu deseo es ser la súper gerente de la única empresa dueña de todo que quedará en el mundo muy pronto. No te entregues, Carmen. El amor y los negocios no van bien. Ambos, dinero y amor, desatan lo peor del ser humano.  Debe ser muy fácil quererte a ti … Eres una niña … Soy poeta, Carmen. Te lo advertí. Te mostré mis credenciales. Qué ingenua fuiste. ¿Fácil querer a un poeta? La niña eres tú. Y jugaste con fuego. Fuego del bueno. Y el fuego quema y la rosa tiene espinas (ya sé que ni siquiera sabes quién fue Gertrude Stein). Lo hice todo para que las llamas no te alcanzaran. Pero es muy difícil controlar el fuego. Lo sabe todo el mundo. No te diré Ven porque no tengo nada que dejar.

Yo no sé si es pecado / si no tiene perdón / si es faltar a las leyes honradas / del hombre y de Dios

 

Fuimos dos coños que en el cielo …

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Los números de 2012

Los duendes de las estadísticas de WordPress.com prepararon un informe sobre el año 2012 de este blog.

Aquí hay un extracto:

600 personas llegaron a la cima del monte Everest in 2012. Este blog tiene 4.800 visitas en 2012. Si cada persona que ha llegado a la cima del monte Everest visitara este blog, se habría tardado 8 años en obtener esas visitas.

Haz click para ver el reporte completo.

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Un poema olvidado de Concha Seijas, escrito en la primavera de 2010:

Hoy me habita una certidumbre

por Concha Seijas

Hoy me habita una certidumbre,

la única que faltaba.

Ya no hay más,

están completas.

Ya no me queda nada,

ni siquiera un rastro microscópico de alguna esperanza,

ni el perro policía de Viena, ni el FB,

ni los emails literarios a Antonio,

ni siquiera París.

Nada me une a la vida.

Nada.

Todas las que esperaba han llegado ya.

Me voy de la estación de trenes,

abandono el andén.

La espera inútil,

el fracaso infinito ha terminado.

Ya no soy la que espera.

También yo estoy asombrada;

se ha acabado la espera,

había un punto y final.

No lo sabía.

Sólo me queda la muerte,

seductora,

irresistible,

que promete acabar con cualquier dolor,

con la angustia,

con la desesperación.

Promesas tentadoras y fiables

sin fiasco electoral.

Me promete no sentir necesidad

ni de ese baño largo y reconfortante

que mi cuerpo necesita,

deslastrarse de las necesidades corporales.

Una promesa vencedora;

no hay posibilidad de engaño alguno:

la elección de la muerte

no admite fraude alguno.

 

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